Un gigantesco hijo adulto de la calle, pasa cerca de mí con su exuberante panza morena. Una larga y asquerosa barba encabezada por un solidificado e inmenso dread, que hacia de las veces de cabello, ocultan unos profundos ojos inyectados de odio. Va descalzo, y toda su humanidad es una costra. Adorna su casi inexistente vestimenta con pulseras creadas a partir de cabuyas.
Lo bautice Zangief, por su enorme parecido con el ruso luchador del video juego Street Fighter II, el cual disfruté en el pasado en un clandestino local de maquinitas llamado por costumbre “Sanidad” debido a su cercanía con el instituto hipocrático. Aquel local era manejado por una amargada y deforme señora, salida de una película de Jodorowsky, a la cual con el tiempo le agarré cariño, pues conmigo llego a tener un trato amable y preferencial.
Volteó hacia atrás un momento y veo un sitio que muchos lunes en la noche me recibía. El cine Avenida tiene menos de una semana sin proyecciones, y ya parece que tuviese una década abandonado. Una ilusión de remembranza ochentosa aparentemente incoherente, me envuelve observando el pequeño monstruo antiguamente audiovisual y con altas posibilidades de convertirse en otro estupido templo de culto religioso.
Un descontextualizado canto tirolés me evita crear mayores improperios mentales anti-dogmáticos. El extraño canto agallado proviene del carismático enano vendedor callejero de lotería. Los reflectores improvisados de las luces rojas del semáforo apuntan al pequeño fenotipo mexicano, el cual porta una inmensa sonrisa genuina que acompaña su caminar zigzagueante. Además de a los conductores periódicamente estacionados, el enano lanza su capitalista canto tirolés a cuanto transeúnte se le atraviese. A mi me ve cara de estudiante cínico que no cree en el azar, y obvia mi presencia.
Cuadras adelante me consigo a Bracho. Aunque años atrás le canjee una suculenta merienda panadera por la resolución de un ejercicio de Física, Bracho, mas mugriento, grisáceo y desdentado que nunca, no me reconoce. Su hiperquinético y violento proceder sigue generando mas ventanas ahumadas subiendo que monedas de cien bolívares.
Pasando por el Partido Comunista y sus deformes retratos siniestros de ídolos nunca diestros, percibo a los jóvenes paranoicos aventureros buscadores de conspiraciones. Andan un poco perdidos, pues ya no son los pioneros en este aspecto. Los inexpertos jóvenes de la moribunda derecha son más paranoicos y cada vez más radicales. Un Primera deforme, un Bolívar desproporcionado y un Guevara mas bien elefantoide, vigilan las ideologías mientras pizzas muy económicas y sabrosas son devoradas por los estrategas zurdos.
A medida que avanzo, la avenida opone más resistencia. Mayor calor, menos oxigeno y población creciente. Contaminación sónica de gritos andinos, cornetas y una mezcla “musical” de rancheras, reggaeton y vallenato en los musiquitos itinerantes más una fragancia que mezcla basura podrida húmeda con frituras de churros y morcillas, conforman una leve telaraña que franquear.
Bellas muchachas pendientes del que dirán, visitan de incógnito las bisuterías económicamente mas solidarias. Posteriormente mentirán acerca de la proveniencia de sus aderezos.
Los paramilitares disfrazados de empresarios dueños de pequeños centros comerciales centrales, hacen la cola en los bancos mientras miran con recelo tras sus espaldas, siempre esperando la traición o la impertinencia.
Un par de cuadras más allá, la quinta se transforma en una concordia triste, melancólica y humilde.
El albino, con su eterna sonrisa de quemadura de primer grado, sigue pidiendo música. El albino tiene una familia de buena posición económica, pero desde temprana edad se decantó por los nobles oficios de la indigencia melómana. Le han robado su radio portátil, por lo que se ha visto forzado a exigir amablemente a través de un improvisado cartón que “si tiene un CD o aparato me lo trae por favor”.
Militares, aspirantes a la policia, y otras menudencias con equipaje, entran y salen del colapsado terminal. No prosigo con mi marcha, pues a pocos metros un supermercado amarillo y verde fosforescente con una gigantesca valla de un muchacho con cara guasona y desquiciada salido del video “Black Hole Sun” de Soundgarden espera por nuevas victimas.
Prefiero irme a mi casa, darme un baño y eliminar de mí el sudor que temporalmente me convirtió en personaje de algún otro relato.
PD: Sigan participando en el Primer Concurso Nunca Diestro Navidad 2005.
Lo bautice Zangief, por su enorme parecido con el ruso luchador del video juego Street Fighter II, el cual disfruté en el pasado en un clandestino local de maquinitas llamado por costumbre “Sanidad” debido a su cercanía con el instituto hipocrático. Aquel local era manejado por una amargada y deforme señora, salida de una película de Jodorowsky, a la cual con el tiempo le agarré cariño, pues conmigo llego a tener un trato amable y preferencial.
Volteó hacia atrás un momento y veo un sitio que muchos lunes en la noche me recibía. El cine Avenida tiene menos de una semana sin proyecciones, y ya parece que tuviese una década abandonado. Una ilusión de remembranza ochentosa aparentemente incoherente, me envuelve observando el pequeño monstruo antiguamente audiovisual y con altas posibilidades de convertirse en otro estupido templo de culto religioso.
Un descontextualizado canto tirolés me evita crear mayores improperios mentales anti-dogmáticos. El extraño canto agallado proviene del carismático enano vendedor callejero de lotería. Los reflectores improvisados de las luces rojas del semáforo apuntan al pequeño fenotipo mexicano, el cual porta una inmensa sonrisa genuina que acompaña su caminar zigzagueante. Además de a los conductores periódicamente estacionados, el enano lanza su capitalista canto tirolés a cuanto transeúnte se le atraviese. A mi me ve cara de estudiante cínico que no cree en el azar, y obvia mi presencia.
Cuadras adelante me consigo a Bracho. Aunque años atrás le canjee una suculenta merienda panadera por la resolución de un ejercicio de Física, Bracho, mas mugriento, grisáceo y desdentado que nunca, no me reconoce. Su hiperquinético y violento proceder sigue generando mas ventanas ahumadas subiendo que monedas de cien bolívares.
Pasando por el Partido Comunista y sus deformes retratos siniestros de ídolos nunca diestros, percibo a los jóvenes paranoicos aventureros buscadores de conspiraciones. Andan un poco perdidos, pues ya no son los pioneros en este aspecto. Los inexpertos jóvenes de la moribunda derecha son más paranoicos y cada vez más radicales. Un Primera deforme, un Bolívar desproporcionado y un Guevara mas bien elefantoide, vigilan las ideologías mientras pizzas muy económicas y sabrosas son devoradas por los estrategas zurdos.
A medida que avanzo, la avenida opone más resistencia. Mayor calor, menos oxigeno y población creciente. Contaminación sónica de gritos andinos, cornetas y una mezcla “musical” de rancheras, reggaeton y vallenato en los musiquitos itinerantes más una fragancia que mezcla basura podrida húmeda con frituras de churros y morcillas, conforman una leve telaraña que franquear.
Bellas muchachas pendientes del que dirán, visitan de incógnito las bisuterías económicamente mas solidarias. Posteriormente mentirán acerca de la proveniencia de sus aderezos.
Los paramilitares disfrazados de empresarios dueños de pequeños centros comerciales centrales, hacen la cola en los bancos mientras miran con recelo tras sus espaldas, siempre esperando la traición o la impertinencia.
Un par de cuadras más allá, la quinta se transforma en una concordia triste, melancólica y humilde.
El albino, con su eterna sonrisa de quemadura de primer grado, sigue pidiendo música. El albino tiene una familia de buena posición económica, pero desde temprana edad se decantó por los nobles oficios de la indigencia melómana. Le han robado su radio portátil, por lo que se ha visto forzado a exigir amablemente a través de un improvisado cartón que “si tiene un CD o aparato me lo trae por favor”.
Militares, aspirantes a la policia, y otras menudencias con equipaje, entran y salen del colapsado terminal. No prosigo con mi marcha, pues a pocos metros un supermercado amarillo y verde fosforescente con una gigantesca valla de un muchacho con cara guasona y desquiciada salido del video “Black Hole Sun” de Soundgarden espera por nuevas victimas.
Prefiero irme a mi casa, darme un baño y eliminar de mí el sudor que temporalmente me convirtió en personaje de algún otro relato.
PD: Sigan participando en el Primer Concurso Nunca Diestro Navidad 2005.
11 comentarios:
buena crónica de ciudad
sip.. coincido con "aprendiz de maga", realmente me transporte y vivi la experiencia de estar en esa ciudad... yo sabia que Dios no se habia olvidado de ti y por lo menos te dio el don de escribir regular jajaja algo es algo!
Dentro de lo mediocre, aceptable, eh?
Me estoy esforzando vale, paso noches sin dormir ejercitando una y otra vez los textos... nah, no es cierto.
ta bien interesante... pero puedes ver la ciudad desde la optica contraria, o no, caminando, es interesante porq ese recorrido se puede hacer y nisiquiera ver la ciudad...
mejorable..más no memorable
No se que decirte, pana: Si tu descripcion es acojonante, o lo es la realidad que describes. Alguno una vez me comento que el realismo magico en sudamerica era 90% buen periodismo, que la fantasia venia directo de la realidad, sin exagerarla.
Resulta curioso: siempre leo tu blog de abajo hacia arriba, pero sólo el tuyo.
Los tres o cuatro primeros párrafos son simplemente magistrales, salvo por una coma y leídos, por supuesto, de arriba hacia abajo y no como yo leo el Blog.
¿regular? - ¿aceptable? : ¡Ni de vaina!
¿mejorable? Tal vez: únicamente eché de menos saber más de Zangief, hacia el final. Por un momento pensé que él era tu alter ego.
En serio, deberías pasar "noches sin dormir ejercitando una y otra vez los textos", porque esta mierda que has escrito es lo mas parecido a Cortázar que he leído, en mucho tiempo.
- ¡Verga! habrás leído poco Antonio -, dirás tu.
Y te diré: - Leo poco, pero selecto -. x-D
Te saludo,
Antonio.
P.S.: meditaré seriamente en lo que Lorenzo comenta que le han comentado.
lo mejor de este blog es el encabezado, esta genial, te felicito
Tronco 'e piropo te echaron Reindertot...Cortazar...que tal? ;)
De toooooooooodo (que todo me gustó) me quedo con:
"A medida que avanzo, la avenida opone más resistencia. Mayor calor, menos oxigeno y población creciente. Contaminación sónica de gritos andinos, cornetas y una mezcla “musical” de rancheras, reggaeton y vallenato en los musiquitos itinerantes más una fragancia que mezcla basura podrida húmeda con frituras de churros y morcillas, conforman una leve telaraña que franquear."
Que manera de describir lo que es atravesar una de esas asquerosas avenidas. Definitivamente lo mejor fue lo de la telaraña a franquear... excelente Reindertot, excelente.
Tu público clama por tí Reindertot, vuelve.
Verga, gracias por sus palabras. "Cualesquiera" que sean.
Lorenzo ha dado en el clavo. Yo siento lo mismo. Y todo lo descrito en este post es cierto, con muy poco aderezo.
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