David Slade es un director “emergente”. Más que “emergente”, subestimado. Si quieren algún tipo de referencia o comparación pedante, David Slade sería una especie de Chris Cunningham con tendencias "teletubbiesticas". De ahí que sus trabajos mas conocidos sean los videos “Sour Girl” y “Donkey Rhubarb”, de Stone Temple Pilots y Aphex Twin, respectivamente. Ambos videos fueron destruidos por la “sabia” critica seguidora de videitos predeterminados y vacíos de Joseph Kahn y Dave Meyers (aún cuando este ultimo tenga un glamoroso puesto 78 en la lista de los mejores 100 videos, según Stylus).
Su primer film “serio”, Hard Candy, tiene todas las características para poder dictaminar que a Slade le queda por delante muchos años de buenos films. La trama es tan concreta, que una sinopsis destruiría parte importante de la película. Así que le huiré a los spoilers en lo posible.
Lo primero que creemos capta la atención del film, es su fotografía. Es Slade puro. Es una bárbara combinación de colores pasteles con colores fuertes. Calidez, intensidad, peluches. Nada está borroso. Todo está bellamente definido. En momentos, la fotografía es la total protagonista del film, atizando algunos momentos.
Y luego la osadía. En un momento donde las adaptaciones y los remakes intentan llenar los vacíos de la nula creatividad, David Slade, con las bolas bien puestas, decide realizar un film sobre la pedofilia (o efebofilia, para los que les gusta la exactitud de los términos), la superficialidad de la belleza y la realidad o ficción de las relaciones sociales por internet. Y va más allá.
Los protagonistas enteros de Hard Candy son una niña precoz de 14 años llamada Hayley Stark (Ellen Page, mas recientemente conocida por su papel de Kitty Pride en X-men III) y un fotógrafo treintón llamado Jeff Kohlver (interpretado por Joe Pitt, aquel hombre “enclosetado” en la miniserie Angels In America). Ambos se conocen a través de un Chat y desde el primer momento de su encuentro físico, empieza para ellos (y para nosotros) una tensión perfectamente captada, con un ritmo certero.
El film es una versión digital moderna y perturbada del cuento de Caperucita roja y el lobo al acecho, con un giro. Desde un primer momento sabemos que esta relación no va a terminar bien. Con el desarrollo de la historia y sus matices de thriller inverosímil, ligeras dosis de decepción (paradójicamente deseando que el film fuese mas predecible) le restan merito al film. Pero en conjunto, sigue siendo una película recomendable, por muchos aspectos.
Uno de esos aspectos es la identificación de los roles. El film no endiosa ni sataniza a nadie, sino que, coherente con su intencionalidad, le deja a uno la oportunidad de sentirse orgulloso y/o apenado de la identificación que uno asumió. Cuestiona muchas de las apetencias y deseos naturales del ser humano, sus máscaras y roles asumidos. Es un film crudo con mucha deshonestidad y crueldad desenmascarada intencionalmente a niveles desesperantes. Preguntas como ¿Y si el personaje de Jeff fuese una mujer y el de Hayley un hombre? abundan certeramente en los foros de debate del film.
En fin,
Hard Candy es un certero experimento de
Slade por chocar, en un ambiente plagado de mentiras y roles, dos aspectos borrosos de nuestra sociedad: la precocidad al parecer cada vez mayor de la sociedad y la eterna búsqueda de “carne fresca” para alimentar el malinterpretado mito de la “eterna juventud”.