A pocas horas de su pre-estreno, ha llegado a mis manos la invitación a la primera proyección nacional del último largometraje de Román Chalbaud, El Caracazo, en el marco de la inauguración del Primer Festival Internacional de Cine de Caracas.
La cosa fue en el Teresa Carreño. Múltiples mecanismos de seguridad y un trato amable me dan la bienvenida.
Me siento cerca de la tarima, y me percato de que, por su condición de pre-estreno exclusivo, los realizadores del film iban a estar allí. En efecto, Román Chalbaud, Rodolfo Santana (guionista), Fernando Carrillo (que definitivamente pactó con el diablo, pues se ve mas joven que yo), La Beba Rojas (vestida de roja además), Pedro Lander (AKA Colt Comando 5.56), y demás actores estaban presentes.
Después empezaron a llegar los chivos políticos. Nicolás Maduro, Farruco Sesto y el propio Hugo Chávez.
Arriba, en el podio de los medios de comunicación, mi buen amigo anti-chavista Albinson Linares, corresponsal de El Nacional (medio que espero no se lo engulla, pues seria una terrible perdida para el periodismo nacional) mascaba odiosamente un chicle, mientras reaccionaba con desprecio a algunos cantos oficialistas.
Tras breves palabras de Chalbaud (que mencionó por allí a Rosellini y a “Los Olvidados” de Luis Buñuel como sus films inspiradores del discurso de denuncia social) y de Sesto, el film empezó abruptamente.
El Caracazo deja claro muchas cosas. No hay duda de que Venezuela necesitaba una “Guerra de los lápices” (película argentina) o una “Disparen a matar” mucho más clara y contundente acerca de esas verdades solapadas de lo que sucedió en esa época de finales de los 80 en Venezuela. No hay duda, Chalbaud logra hacer un statement acerca de los que muchos sabíamos, otros sospechaban y la mayoría ignoraba. Este mérito es suficiente para ir a ver el film.
Pero le quedo grande. La película se termino de rodar en julio, con muy poco tiempo para el montaje. Y se nota. Como se nota. El film, técnicamente, tiene muchas carencias que ya el cine venezolano había superado, como por ejemplo la desincronización del audio.
El film narra muchas historias a la vez, no permitiendo entonces ninguna profundización en los personajes. Lamentable, pues muchos de estos son bien interesantes, como el interpretado por Yanis Chimaras. Líderes “izquierdosos” populares, estudiantes con tendencias socialistas, militares, policías, adecos, amas de casa, bodegueros, copeyanos, etc, están representados aquí.
Las sobreactuaciones y el fantasma del teatro y la TV están a la orden del día. La Beba cae repetidas veces en estas manías, elevando el nivel soportable de azúcar y lagrimas en su interpretación. Debe ser que es muy difícil bajarla del pedestal en que Miguelangel Landa la subió en Bienvenidos. Con Fernando Carrillo, la predisposición es inevitable. Sin embargo más bien impresiona con cierta naturalidad en escenas como la del dialogo con su padre.
Hay muchos cameos Bienvenidescos en el film. Me hace pensar que Román era productor ejecutivo del programa de Miguelangel Landa. ¿Nexos por el Pez que fuma? Muy posiblemente. El hecho de que muchos de los actores que personifican aquí personajes dramáticos provengan del mundo del humor nacional, es algo interesante por analizar.
Mimi Lazo hace una breve intervención, igual de infame en su intencionalidad que la de Rubén Blades en Secuestro Express, pero mucho mas entretenida.
El ritmo del film es terrible. Esto genera clímax poco creíbles y situaciones que manejadas con mayor tiempo (por no decir destreza y darle a Chalbaud el beneficio de la duda) hubiesen sido magistrales secuencias. Ejemplo de esto son las escenas protagonizada por la loca-indigente, cuyo nombre de la actriz no he podido memorizar.
La musicalización es correcta, a ratos prescindible. La dirección de arte hace un buen trabajo eliminando rastros del presente en el film, pero siento que Chalbaud se dedico a mostrar muchos vidrios rotos, fuegos y extras en acción, y no le dio mayor importancia a los detalles.
Hay planos memorables, y muchos más olvidables.
El guión de Rodolfo Santana tiene varias perlas en los diálogos. Lamentablemente, el ritmo del film opaca y oculta mucho de los aciertos de Santana. Eso si, las inserciones de los VTR con declaraciones originales de Carlos Andrés Pérez y otros actos parlamentarios de la época, están magistralmente ubicadas.
El Caracazo es una película popular, sin ser peyorativo en absoluto, y por ende utiliza mecanismos narrativos claros, concisos y muy poco profundos en su decodificación. Chalbaud siempre se ha distinguido por esta característica, pero lamentablemente en este film, ese susodicho estilo técnico se confunde con baja calidad a ratos. Largos ratos.
PD1: Disculpen la baja calidad de las fotos. Como ven, fueron tomadas en pleno Teresa Carreño, ilegalmente además.
PD2: Sigan concursando en el
Primer Concurso Nunca Diestro Navidad 2005. Ya no queda tanto.